Video sobre Santo Tomás de Aquino
IES VICTORIA KENT Hª DE LA FILOSOFÍA
Escuela de Atenas
martes, 29 de octubre de 2013
ARISTÓTELES: POLÍTICA
“Quien no puede entrar a formar parte de una comunidad, quien no tenga
necesidad de nada y se baste a sí mismo, no es parte de la ciudad, es una fiera
o un Dios”.
(Ética a Nicómaco, I, 2)
a)
La Polis: el hombre como “animal político”.
El bien y la felicidad de un
individuo son de la misma naturaleza que el bien y la “felicidad” de la ciudad.
Estos últimos, sin embargo, son más hermosos y divinos, porque pasan de la
dimensión de lo privado a la dimensión de lo social. Como vemos, la ética
aristotélica desemboca en la política y parece subordinarse a
ella. Según Aristóteles, la ciudad (el Estado) es más importante e incluso "anterior” al individuo. Al igual
que el todo es mayor que cada una de las partes, la ciudad es “mayor” que cualquiera de los ciudadanos
que la componen. Esta prioridad del Estado se basa en el hecho de que sólo
el Estado puede bastarse a sí mismo (autarkeia); el individuo
y la familia no se encuentran en el mismo caso, no son autosuficientes. Pero,
cuando nos referimos a la Polis, no se trata de una autarquía exclusivamente
económica, sino fundamentalmente ética y humana: sólo en el Estado puede
alcanzarse el reinado del bien y la justicia: esta es la perfección última del
hombre. Por eso, el Estado no es un fin en sí mismo.
Así pues, el hombre es, esencialmente, un
animal político o cívico (politikón zóon). Hay también, claro
está, animales gregarios, rebaños, pero el hombre y el Estado pertenecen a otro
orden, como lo demuestra el hecho de que sólo el hombre posee lenguaje.
Gracias al lenguaje puede comunicarse con sus semejantes acerca "del bien y del mal de lo justo y de lo
injusto y de las demás cualidades morales; y es la participación y comunidad en
estas cosas lo que hace a una familia y a un Estado".
El fin del Estado es la
felicidad y la perfección moral de los ciudadanos. Sin embargo, Aristóteles no
considera “ciudadanos” a todos los que viven en una ciudad y sin los cuales
ésta no podría subsistir. Para ser ciudadano es preciso formar parte de la
administración de los asuntos públicos: asamblea, administración de justicia,
ejército, etc. Ni esclavos ni hombres libres (trabajadores) forman parte de la
ciudadanía.
b)
Las formas de organización política.
Desde estos principios
políticos Aristóteles analiza las diversas formas de organización de la Polis.
La teoría aristotélica de las formas políticas es notablemente pragmática y
bastante fluctuante. En general, Aristóteles critica la política "idealista-utópica"
de Platón. La política no puede ser una “ciencia exacta”, sino empírica, como
lo demuestra el trabajo de recopilación de “Constituciones políticas” de su
época realizado por sus discípulos. Ciertamente, Aristóteles se mantiene fiel
al esquema de la pequeña Ciudad-Estado. El Filósofo recoge la ya clásica
clasificación de los sofistas: monarquía, aristocracia y democracia (a la que
llama politeia o gobierno
constitucional), con sus degeneraciones en tiranía oligarquía y demagogia (a la
que llama, sin más, "democracia"). En las tres primeras formas
gobiernan los mejores y más virtuosos, y lo hacen en vistas al bien común, no
en provecho particular. Cuando esto no es así, se deriva hacia las formas
degeneradas. En realidad, Aristóteles no otorga la primacía a ninguna forma de
gobierno, y se muestra muy pragmático al tener en cuenta las diversas
condiciones geográficas, económicas o psicológicas de los pueblos,
circunstancias que conducen a éstos a inclinarse por un sistema político u
otro. Se ha señalado, con todo, que ese mismo pragmatismo lleva Aristóteles a
inclinarse por una única teoría basada en las “clases medias” y gobernada por
los mejores. Punto de vista que coincide con su teoría ética: la virtud
consiste, recordemos, en un "término medio" adaptado a las
circunstancias, a la naturaleza concreta de los hombres y a las exigencias de
la prudencia. Así, del mismo modo, en líneas generales, en Política.
ARISTÓTELES: ÉTICA
El concepto básico de la ética aristotélica es el
concepto de “deseo”, concepto íntimamente relacionado con la racionalidad. Este
deseo o apetito superior humano no se limita a buscar lo meramente placentero y
a huir de lo sensiblemente doloroso, tal y como pasa en los animales. Esta
capacidad humana de desear, denominada Voluntad, va más allá y consiste en
apetecer lo bueno.
a) Medios y fines.
Los bienes, las “cosas buenas”, que se le presentan
ante nosotros y nos tientan, al menos se pueden clasificar en dos apartados:
uno, compuesto por muchísimos “bienes”; el otro, compuesto por un solo bien. Y
es que la mayoría de los bienes se nos presentan como medios de otros, que son
sus fines. Si quiero o deseo una cosa porque creo que es buena, tengo necesariamente
que querer también otras cosas, que son los medios imprescindibles para
conseguirla. En seguida comprendemos que las cosas que queremos suelen ser
medios para acceder a otros fines que antes ya teníamos. En definitiva,
terminamos por comprender que si no existe un fin último, que ya no es
medio de ningún otro ni puede serlo, no habríamos ni siquiera empezado a
apetecer voluntariamente nada. Nos movemos dirigidos siempre (aunque pocas
veces conscientes plenamente de ello) a un fin realmente último, fin por cuya
atracción vamos proponiendo los innumerables fines intermedios de nuestra
praxis. Todo el mundo coincide en considerar que ese fin (telos) último es la Felicidad
(eudaimonía).
b) La Felicidad: el fin último del hombre.
Y bien, ¿cómo hay que representarse este fin último
del hombre? ¿Qué es la Felicidad? ¿No habría que pensar que en realidad hay
muchos fines últimos posibles, y que cada hombre escoge el suyo y a su
consecución subordina todo lo demás? Aristóteles revisa las diversas teorías que se discutían sobre el tema
entre los discípulos de Platón. Unos sostenían que la Felicidad es la vida del
político, cuyo bien supremo es la gloria o la fama; otros, defendían la
vida contemplativa del filósofo, cuyo bien supremo es la sabiduría; otros, no
querían ignorar la vida placentera, cuyo bien supremo es el placer
(hedoné); otros, en fin, veían en las riquezas materiales o en el poder la
felicidad. Aristóteles rechaza de plano estos planteamientos.
Dado que poseemos la definición misma del hombre y
sabemos que su diferencia respecto de los animales es que el ser humano es ser animal
racional, entonces el fin realmente último del hombre será aquel fin
que satisfaga por completo lo que el hombre realmente es. Si llegamos a ese estado
perfecto, a la auténtica felicidad, el hombre ya no aspirará a nada más allá de
su voluntad.
La opinión de Aristóteles es que la felicidad no necesita de ningún bien
exterior, sino que "se basta a sí misma". La felicidad consiste en el
ejercicio
perfecto de la actividad propia del hombre (del mismo modo que el bien
y la felicidad del músico es tocar la flauta); esa actividad propia del hombre
es, sin duda, la actividad del alma. Pero, ¿cómo podemos alcanzar esta plenitud
y felicidad? Mediante la virtud, es decir, mediante una vida virtuosa.
c) La virtud.
La virtud es una disposición (héxis) del alma, una
capacidad o aptitud permanente y adquirida para comportarse de un modo
determinado, o sea, un hábito. Pero, ¿cómo se forja el hábito? Obviamente, los
hábitos se crean mediante la repetición de actos: "para que un hombre se haga justo es necesario que practique la
justicia". Según Aristóteles, los seres humanos no nacen buenos ni
malos, ni tampoco basta la enseñanza meramente teórica de la bondad y la
maldad. Son las acciones que uno realiza las que llevan al hábito y éste el que
constituye la virtud. Ahora bien, los actos que realicemos han de consistir
siempre en la elección sensata del término medio (mesotés) consistente
en un equilibrio entre dos extremos igualmente viciosos. Y esa elección ha de
ser sensata, es decir, ha de ser como la que llevaría a cabo un hombre
prudente. Así, por ejemplo, el valor es un "justo medio" entre el
miedo y la temeridad. Pero este término medio ha de establecerse siempre de
acuerdo con las circunstancias de cada uno. En cada caso, el hombre sensato sabrá escoger cuál es el
justo término medio en cada situación.
Así pues, mediante las
virtudes el ser humano alcanza la Felicidad. El hombre que ha adquirido el hábito
de dominar las pasiones para ponerlas al servicio de su fin más íntimo
y más propio es el hombre que ha conquistado primeramente las virtudes
morales, las virtudes estrictamente éticas: la valentía, la moderación,
la justicia, etc. Una virtud ética nos lleva a acertar en el "justo medio
entre dos extremos". Ahora bien, ¿cómo podemos saber en cada caso cuál es
ese término medio? Según Aristóteles la guía en la conquista de las virtudes
morales es una virtud no moral, una virtud intelectual o virtud “dianoética”.
Esta virtud se llama prudencia. Obremos siempre como lo
haría en el caso en cuestión una persona “prudente”.
jueves, 17 de octubre de 2013
Cuestiones sobre la Filosofía de Aristóteles (I).
- ¿Qué es la "sustancia"?
- Explica en qué sentido afirma Aristóteles que lo real es el "individuo".
- Materia y forma, ¿son realidades independientes? Explícalo.
- ¿Con qué fin propone el Filósofo su teoría del acto y la potencia?
- Diferencia entre cambio sustancial y cambio accidental.
- Pon un ejemplo con el que explicar la teoría de las cuatro causas del cambio "no sustancial" de un ente cualquiera.
- ¿Qué es el alma? ¿Cuáles son sus partes?
lunes, 14 de octubre de 2013
ARISTÓTELES: ANTROPOLOGÍA y GNOSEOLOGÍA
a) El ser humano según Aristóteles.
Veamos ahora cómo a partir de los principios
metafísicos que hemos analizado Aristóteles concibe a los seres vivos y, en concreto, al ser vivo humano
(anthropos). Aristóteles considera que todo ser vivo es un organismo completo, una
sustancia. La sustancia viva es la unión, al igual que pensaba Platón, de
cuerpo y alma. Sí, pero según Aristóteles todos
los seres vivos poseen alma (psique). No sólo el hombre. El alma es la forma
(esencia) del cuerpo, pero no
de cualquier cuerpo, sino de un cuerpo organizado, un organismo estructurado y
vivo. (Por eso, considera Aristóteles que la doctrina la reencarnación de las
almas es un absurdo: el alma no puede ser forma de cualquier cuerpo). Como
forma, el alma es el principio más radical de toda la actividad del ser vivo.
El alma no es nada distinto de las funciones o capacidades del organismo. ¿Y cuáles
son estas funciones propias del alma?
·
Alma vegetativa: en los seres vivos más sencillos de todos, los vegetales, el alma hace
que cumplan las funciones vitales elementales y nada más: se alimentan, crecen
y se reproducen. Estos seres vivos tienen tan sólo lo que se llama alma
vegetativa.
·
Alma sensitiva: en los seres más complejos, los animales, el alma es, además del
principio de movimiento local, la capacidad de percibir y de apetecer. Todo
animal siente (percibe) y desea.
·
Alma racional: en los seres más complejos de todos, los seres humanos, sino
también el alma racional. Los hombres, además de poseer alma vegetativa y alma
sensitiva, posee esta suprema capacidad, por la cual el conocimiento y los
deseos son distintos de los conocimientos y deseos de un animal.
Analicemos ahora estas dos grandes facultades
del ser humano: la facultad de conocer y
la facultad de desear (volitiva). Veamos la teoría del conocimiento de
Aristóteles y su teoría de la acción humana.
b)
Aristóteles: análisis de la facultad de conocer (Gnoseología).
La concepción aristotélica del
conocimiento responde, asimismo, a su metafísica. El alma individual, que no ha
preexistido en el Mundo de las Ideas, tal y como pensaba Platón, viene a este
mundo limpio de todo conocimiento, es pura potencia que ha de ser actualizada
(tabula rasa).
El conocimiento se inicia a
través de los sentidos; quien esté privado de sentidos no puede adquirir una
vida psíquica. Este tipo de conocimiento sensible es el conocimiento que tienen
los animales. Los animales ven, oyen, pueden sentir, es decir perciben, pero no
“comprenden” la realidad.
Sin embargo, el conocimiento
humano, el conocimiento intelectual, aunque parta del conocimiento sensible, es
algo superior y distinto, algo que no posee el animal. Conocer es inteligir,
captar, entender, "leer dentro del objeto"; es decir, poder penetrar
en el interior del objeto e iluminar
en él su forma o esencia. De este modo, en el Entendimiento (en la mente) se
logra una reproducción de la esencia, reproducción que Aristóteles llama concepto.
Esta capacidad del Entendimiento puede compararse con la función que en los
cuerpos ejercen los rayos X. Conocer no es sino iluminar en el interior del
objeto y descubrir una realidad profunda y esencial que no es accesible a los
sentidos. Gracias a esta facultad el hombre puede superar la esfera de las
cosas concretas individuales (ámbito en el que se mueven los animales) y
penetrar en un mundo inteligible de sus esencias universales, mundo que le
permite un modo de existencia intelectualmente superior.
c) Aristóteles y los frutos del conocimiento: los tipos de saber (Gnoseología II).
c) Aristóteles y los frutos del conocimiento: los tipos de saber (Gnoseología II).
1.
El saber denominado “Lógica”.
Tal y como nos
ha llegado el pensamiento aristotélico, éste comienza con el estudio de lo que
se llama hoy día ”lógica”. Para Aristóteles la lógica no es un saber más, sino
el instrumento necesario para construir todos los demás saberes. Por eso, los
tratados que versan sobre lógica reciben el nombre de “órganon”, palabra griega
que significa instrumento. Este tipo de saber es un poco complicado. Ya lo
veremos más adelante.
2.
El “resto” de todos los saberes.
Hay saberes
que de suyo sólo se proponen el conocimiento o la mera contemplación del ser o
la realidad (o la esencia de las cosas). O sea, hay saberes compuestos por
conocimientos que sólo tratan de saber cómo es la realidad. Otros saberes
tienen que ver con la acción humana y no con la mera contemplación de la
realidad. Según esta distinción, el saber humano se divide entonces en dos
grandes grupos: saberes teóricos o contemplativos, por un lado, y saberes
prácticos o que tienen que ver con la acción humana, por otro.
A)
Los saberes teóricos: Aristóteles y
los peripatéticos dividían los saberes contemplativos en tres grandes grupos, a
los que llamaban respectivamente física,
matemática y metafísica (este último saber se denomina en algunos lugares
de la obra de Aristóteles "filosofía primera").
B)
Los saberes “prácticos”: como ya
hemos visto, estos saberes tienen como objeto o “tienen que ver”
fundamentalmente con los actos humanos. Estos saberes se clasifican en “saberes
productivos (poiéticos)” y “saberes prácticos”.
·
Los saberes poiéticos: estos saberes
son los que tienen que ver con la “póiesis” o la técnica de fabricación de
objetos. Son saberes muy comunes, como pueden ser, por ejemplo, el saber o el
arte (técnica/techné) del zapatero o del constructor de barcos o del hacedor de
vasijas. Pero, no sólo tiene que ver este tipo de saber con las técnicas para
la fabricación de artefactos materiales, sino también con técnicas más
“teóricas” (por eso es un saber), técnicas del estilo de la retórica (que
enseña a construir discursos persuasivos sobre cualquier asunto) o la técnica
de escribir música u otras técnicas por
el estilo. Por esto no podemos traducir fácilmente al español la palabra griega
"póiesis". Lo hacemos como “saber hacer”. Cuando una persona posee
este tipo de saber, sus actos producen cosas que antes no existían y que
perduran cuando su producción termina: unos zapatos, un barco, la persuasión o
una partitura musical
·
Los saberes prácticos: este tipo de
saberes no produce nada, ningún objeto (fuera de “algo” en el sujeto o persona que realiza la acción) sino
sólo, por decirlo de alguna manera, dentro del propio sujeto: es decir, lo que
produce este tipo de saber es que mejora o lo empeora a quién lo tiene y lo
realiza. Según Aristóteles los saberes prácticos o morales son fundamentalmente
tres: la ética, la economía y la política.
Tipos
de saber
| |||
Lógica
(Órganon)
|
Resto
de saberes
| ||
Saber
teórico
(Theoréin)
|
Saberes
prácticos
| ||
Saber
poiético
(Póiesis)
|
Saber
moral
(Praxis)
| ||
Física
|
Alfarería
|
Ética
| |
Matemáticas
|
Arquitectura
|
Economía
| |
Metafísica
|
Medicina (etcétera)
|
Política
|
martes, 8 de octubre de 2013
ARISTÓTELES: METAFÍSICA Y FÍSICA (ONTOLOGÍA)
1. La
Metafísica
El punto de partida de la filosofía metafísica de Aristóteles se sitúa claramente
frente a Platón. Aristóteles no ve la necesidad de dividir la realidad entre el
mundo de las ideas y el mundo de las cosas. Todo su esfuerzo se va a centrar en
“coger” las ideas platónicas del lugar celeste en que Platón las había puesto y
traerlas e introducirlas en la realidad sensible de las cosas. Para ello
comienza partiendo de la cosa tal como la vemos y sentimos. Aristóteles
reprocha a Platón el haber afirmado que lo verdaderamente real, el ser
propiamente dicho era la idea (concebida como existiendo separada de las cosas
individuales).
a.
¿Qué es la realidad? La sustancia: el
individuo concreto.
Para Aristóteles, sustancias, seres reales, son
únicamente los individuos concretos como Sócrates o este caballo. Así, este
mundo recupera su plena realidad: es al individuo a lo que debemos llamar
sustancia o “ser real”. Pero, ¿qué es la sustancia? Para Aristóteles la
sustancia es la totalidad de la cosa, esto concreto que tenemos ahí delante,
esta cosa de aquí con sus características esenciales y con sus características
accidentales. En ese sentido llama Aristóteles la sustancia a lo individual
concreto. Ahora bien, ¿qué hacemos con las esencias o ideas de Platón?
Aristóteles reconoce que la idea, el eidos, es también algo real, pero lo
considera como sustancia en sentido secundario (sustancia segunda), es decir
sustancia no separada, sino que existe únicamente en la sustancia en sentido
estricto, en la sustancia primera, en el individuo concreto. Pero, ¿cuál es la
estructura de toda sustancia?
b.
La estructura de la sustancia: teoría
hilemórfica.
La sustancia, como ya hemos dicho, es el individuo concreto. En él se encuentra realizada la esencia o la
especie, la cual se predica de él. Para Aristóteles toda sustancia es un
compuesto (synolon) de materia y forma. A la hora de explicar la estructura
interna de toda sustancia Aristóteles recurre a una teoría conocida
posteriormente como “teoría hylemórfica”.
La forma (morphé) es la esencia de la cosa (la sustancia
segunda) el conjunto de características esenciales y accidentales que definen a
tal cosa. La esencia de una cosa comprende tanto las notas o características que
no pueden faltarle (pues si le faltaran, dejaría de ser lo que es), como las
que sí pueden faltarle, sin que tal falta le cambie “esencialmente”. Pero una
sustancia, además de poseer una esencia (forma), está compuesta por una
materia. ¿A qué llamar Aristóteles materia? Materia (hyle), para él,
es simplemente aquello con que está hecho algo. Un árbol está hecho de materia,
es decir, de madera (hyle), pero, por ejemplo, una tragedia es una cosa que ha
hecho Esquilo o que ha hecho Eurípides, y esa cosa está hecha con palabras, con
“logoi”. Materia es, pues, para Aristóteles aquello –sea lo que fuere– con que
algo está hecho.
Con esta teoría hilemórfica afirma Aristóteles que este mundo de cosas
que podemos ver, tocar etc., es el mundo real y que la pluralidad y el devenir
son reales. El Filósofo introduce en la sustancia el concepto de devenir o
desarrollo o cambio. Es lo que está en continuo cambio, lo que está
desarrollándose, lo que está sometido a un proceso de perfeccionamiento o
crecimiento; toda cosa (un árbol, una semilla, un caballo, etc.) es un ser al
que le falta siempre algo, un ser que nace y crece. Para explicar este hecho, el
hecho del cambio, Aristóteles recurre a la teoría del acto y la potencia. Con
esto, Aristóteles va a abrir el camino a una Física, a una explicación
física del universo, que perdurará durante más de quince siglos.
2. La
Física aristotélica
La física de
Aristóteles es, como sabemos, la teoría de las realidades que tienen en ellas
mismas el principio de sus cambios. Para hacer entender de un modo
suficientemente completo la teoría de lo que es cambiar, Aristóteles recurre a
dos teorías complementarias y conocidas como la teoría del acto y la potencia y
la teoría de las cuatro causas.
a.
La Teoría del acto y la potencia.
En todo ser, en toda cosa, hay, por
un lado, "lo que esa cosa ya es", es decir, lo que es en acto; pero, por
otro lado, también hay en esa misma cosa lo que todavía esa cosa no es en acto,
pero es
en potencia. Un árbol puede ser un árbol actual o un árbol en potencia,
en posibilidad, a saber, una semilla. La semilla es un árbol, pero “en
potencia”, como el niño es un hombre, o lo pequeño, grande. Pero, no existe una
potencia en abstracto, sino que una potencia es siempre potencia para un acto;
es decir, la semilla tiene potencia para
ser o de ser encina, pero no para ser caballo. Esto quiere decir que el
acto es anterior a la potencia. El acto está ya presente en la misma
potencialidad. Potencia y acto y materia y forma son estructuras paralelas. La
materia, en efecto, es o está en potencia de la forma. Y la forma es lo que
actualiza la materia, la perfecciona y confiere al ser su potencia para obrar.
Ahora bien, ¿cómo se produce el cambio? Aristóteles explica y define el
movimiento (cambio) como el paso o el tránsito de la potencia al acto. Una vez
garantizada la posibilidad del movimiento, Aristóteles procede a la
clasificación de los tipos de cambio (metabolé), distinguiendo:
Ø
Cambio sustancial: su resultado es
la generación de una nueva sustancia o la destrucción de una sustancia ya
existente (generación o corrupción).
Ø
Cambio accidental: en este cambio no
se generan o destruyen sustancias, sino que estas–sin resultar afectadas en su
persistencia sustancial–sufre modificaciones en aspectos no esenciales de su
ser, es decir sufren modificaciones accidentales. Los cambios accidentales
pueden ser de tres clases: cuantitativo
(aumento/disminución en el tamaño), cualitativo
(alteración) y local
(desplazamiento, traslación).
Ahora bien, ¿qué produce el cambio? Los principios
explicativos del cambio son llamados por Aristóteles “causas".
b.
Las causas del cambio.
Aristóteles utiliza el ejemplo de
la elaboración de una estatua con el fin de explicar su teoría de las cuatro
causas. Pues bien, sin madera (en latín: materia) no se puede hacer una
estatua. He ahí la primera "causa" del cambio que supone que aparezca
una estatua en el mundo. La madera, además, es lo que, bien visto, no cambia en
este proceso. Hay madera antes y después de que la estatua sea hecha, porque es
de madera el tronco que toma el escultor y es de madera la estatua que labra
con ese tronco. Esta es lo que llaman los aristotélico es la causa material de este cambio. Sin la
forma final, no hay, desde luego tampoco estatua. Esta, por ejemplo, lo es de
Alejandro. La forma del tronco ha quedado sustituida por la forma de Alejandro,
plasmada por el artista en la madera. Tenemos ahora la causa formal del cambio, y vemos, además, que la forma de (madera) era
el acto que tenía o en el que estaba la madera antes de la transformación y es
el acto (distinto) que tiene después de ella: a saber, forma de Alejandro. La forma es lo que se
gana y se pierde en cambio. Ahora bien, sin escultor no hay estatua: éste el
agente, la causa eficiente de la
estatua. Pero tampoco hay estatua sin el fin que pretende el escultor, sin el
“para qué” de tal estatua. La causa
final de todo el proceso puede ser, por ejemplo, conseguir plasmar en la
madera la forma que ya tiene en su imaginación el escultor, o bien, construirla
para un adorno o una conmemoración. La causa formal y la final coinciden con
frecuencia.
3. La
estructura del mundo: la cosmología aristotélica.
Aristóteles considera el mundo (“cosmos”) como un armonioso conjunto de
sustancias en movimiento, distribuidas, eso sí, en dos grandes niveles u órdenes: el mundo de
la tierra o mundo sublunar y el mundo supralunar o el cielo. Pero no hay que
confundir esta división con la división platónica de la realidad.
En el mundo que hay por encima de la luna (mundo supralunar), el cielo,
dejándose guiar muy confiadamente por lo que la vista indica, creía el Filósofo
que únicamente existían los planetas, moviéndose en perfectos movimientos
circulares y constantes. Cada planeta se encuentra dentro de una “esfera” de
éter. Lo que se mueve no son los planetas, sino las esferas concéntricas que
los contienen (la más baja de estas esferas es la de la luna: hay luego una
para cada planeta y otra para el sol; la esfera de éter más alta y lejana es
aquella en la que están (como incrustadas) todas las estrellas fijas). Este
movimiento circular es señal de que las sustancias del cielo (eternas y
perfectas, hechas de éter) no pueden estar hechas de ninguno de los elementos
que nos son bien conocidos aquí, en el mundo sublunar; a saber, tierra, agua,
aire y fuego.
En el mundo sublunar, en efecto, todo está compuesto de fuego, aire,
agua y tierra, en combinaciones diferentes. Esta mezcla hace que nada o casi
nada ocupe su lugar natural. El del fuego puro estaría encima del aire, que quedaría,
a su vez, por encima del agua. El centro del universo, su punto más bajo,
corresponde a la tierra pura. Las cosas se mueven naturalmente hacia arriba o
hacia abajo, según posean su proporción del elemento más ligero o más pesado;
pero otras veces están sometidas a un movimiento antinatural o forzoso. Si
lanzó al aire una piedra su elevación es contraria al movimiento natural –hacia
el centro, movimiento que inmediatamente empieza cuando cesa el efecto de mi
violento impulso–.
(Esta concepción del Universo va a perdurar durante más de veinte
siglos. El conjunto de distinciones metafísicas y físicas de Aristóteles va a
configurar el sustrato sobre el que va a levantarse gran parte del edificio de
la cultura occidental. Habrá que esperar al siglo XV para asistir, con los
orígenes de la revolución científica, a un cambio de modelo o paradigma de
interpretación de la realidad. Tal cambio será el nacimiento de la ciencia
moderna).
Cuestiones sobre la filosofía de Platón (II).
- ¿Qué es el ser humano?
- ¿Cuál es la estructura del alma humana (psique)?
- ¿Qué tipos de conocimiento distingue Platón?
- Desarrolla en un escrito la teoría platónica de las virtudes.
- Desarrolla en un escrito la teoría platónica de la "Polis ideal".
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