Escuela de Atenas

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martes, 29 de octubre de 2013

ARISTÓTELES: POLÍTICA




“Quien no puede entrar a formar parte de una comunidad, quien no tenga necesidad de nada y se baste a sí mismo, no es parte de la ciudad, es una fiera o un Dios”.

(Ética a Nicómaco, I, 2) 

a)     La Polis: el hombre como “animal político”. 

         El bien y la felicidad de un individuo son de la misma naturaleza que el bien y la “felicidad” de la ciudad. Estos últimos, sin embargo, son más hermosos y divinos, porque pasan de la dimensión de lo privado a la dimensión de lo social. Como vemos, la ética aristotélica desemboca en la política y parece subordinarse a ella. Según Aristóteles, la ciudad (el Estado) es más importante e incluso "anterior” al individuo. Al igual que el todo es mayor que cada una de las partes, la ciudad es “mayor” que cualquiera de los ciudadanos que la componen. Esta prioridad del Estado se basa en el hecho de que sólo el Estado puede bastarse a sí mismo (autarkeia); el individuo y la familia no se encuentran en el mismo caso, no son autosuficientes. Pero, cuando nos referimos a la Polis, no se trata de una autarquía exclusivamente económica, sino fundamentalmente ética y humana: sólo en el Estado puede alcanzarse el reinado del bien y la justicia: esta es la perfección última del hombre. Por eso, el Estado no es un fin en sí mismo.
          Así pues, el hombre es, esencialmente, un animal político o cívico (politikón zóon). Hay también, claro está, animales gregarios, rebaños, pero el hombre y el Estado pertenecen a otro orden, como lo demuestra el hecho de que sólo el hombre posee lenguaje. Gracias al lenguaje puede comunicarse con sus semejantes acerca "del bien y del mal de lo justo y de lo injusto y de las demás cualidades morales; y es la participación y comunidad en estas cosas lo que hace a una familia y a un Estado".
            El fin del Estado es la felicidad y la perfección moral de los ciudadanos. Sin embargo, Aristóteles no considera “ciudadanos” a todos los que viven en una ciudad y sin los cuales ésta no podría subsistir. Para ser ciudadano es preciso formar parte de la administración de los asuntos públicos: asamblea, administración de justicia, ejército, etc. Ni esclavos ni hombres libres (trabajadores) forman parte de la ciudadanía. 

b)    Las formas de organización política. 

            Desde estos principios políticos Aristóteles analiza las diversas formas de organización de la Polis. La teoría aristotélica de las formas políticas es notablemente pragmática y bastante fluctuante. En general, Aristóteles critica la política "idealista-utópica" de Platón. La política no puede ser una “ciencia exacta”, sino empírica, como lo demuestra el trabajo de recopilación de “Constituciones políticas” de su época realizado por sus discípulos. Ciertamente, Aristóteles se mantiene fiel al esquema de la pequeña Ciudad-Estado. El Filósofo recoge la ya clásica clasificación de los sofistas: monarquía, aristocracia y democracia (a la que llama politeia o gobierno constitucional), con sus degeneraciones en tiranía oligarquía y demagogia (a la que llama, sin más, "democracia"). En las tres primeras formas gobiernan los mejores y más virtuosos, y lo hacen en vistas al bien común, no en provecho particular. Cuando esto no es así, se deriva hacia las formas degeneradas. En realidad, Aristóteles no otorga la primacía a ninguna forma de gobierno, y se muestra muy pragmático al tener en cuenta las diversas condiciones geográficas, económicas o psicológicas de los pueblos, circunstancias que conducen a éstos a inclinarse por un sistema político u otro. Se ha señalado, con todo, que ese mismo pragmatismo lleva Aristóteles a inclinarse por una única teoría basada en las “clases medias” y gobernada por los mejores. Punto de vista que coincide con su teoría ética: la virtud consiste, recordemos, en un "término medio" adaptado a las circunstancias, a la naturaleza concreta de los hombres y a las exigencias de la prudencia. Así, del mismo modo, en líneas generales, en Política.

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